lunes, 23 de noviembre de 2009

¿SOLO SON VECINOS IMPRUDENTES?



Los basurales a cielo abierto se multiplican y son un verdadero problema en algunos puntos de la ciudad. La situación crítica tiene puntos aún más críticos. Cada dos días el camión municipal debe limpiar la periferia del predio que la empresa COTO tiene en Isidro Casanova.


En relevamiento fotográfico Casanova hoy pudo comprobar que esta costumbre de arrojar la basura en la vía pública no fue tomada por las autoridades con la seriedad que corresponde. Bolsas de consorcio llenas de desperdicios, ramas de árboles, carrocerías de automóviles, desechos de frigoríficos, perros muertos y montañas cascotes rodean el predio de la compañía supermercadistas.


Este periódico consultó en la Delegación Municipal sobre este problema y la respuesta fue que periódicamente retiran entre tres y cuatro camiones de basura de ese lugar. Sin embargo hasta allí llega la autoridad de la Delegación que no tiene capacidad para multar a quienes ensucian la ciudad.


La ausencia de Policía Ecológica no permite que se encause esta contaminación permanente de la que son protagonistas vecinos de toda escala social. Esto se puede comprobar en Cristianía entre el barrio El Tambo y la ruta 21 donde las camionetas y combis último modelo arrojan impunemente bolsas y bolsas de basura. Según pudo averiguar Casanova hoy esas bolsas de consorcio en su gran mayoría contienen retazos de tela producto de los deshechos de los talleres de costura de la zona.


La falta de comprensión por parte del área de Medio Ambiente no permite entender la complejidad del problema. La aplicación de multas para los propietarios de pequeños talleres de costura, u otras actividades, que prefieren tirar la basura en la calle en lugar de pagar un volquete permitiría acabar con uno de los focos de contaminación.


En otro plano habría que ordenar y sistematizar el funcionamiento de los “carritos” que levantan pequeños montículos de basura a domicilio y lo arrojan en el baldío o esquina despoblada más cercana, sumando una cantidad importante de suciedad. Está claro que la realidad socioeconómica no permite ni pensar en suprimir la actividad de los carros tirados a caballo, pero sí habría que regular esa actividad con la creación de vaciaderos municipales en donde se concentre la basura de toda la comuna.


La actividad de los carritos tiene varios “pecadores”, especialmente en época de poda. El primero es el Estado municipal que no organiza la poda de árboles zonificada para facilitar la recolección de sus propios camiones (en verdad el municipio tendría que ejecutar la poda). El segundo es el vecino que por 5 o 10 pesos hace que los carritos le saquen la basura de su vereda para tirarla a la vuelta de su casa. Se hace difícil caerle con alguna responsabilidad a los que se rebuscan la vida con los carritos juntando basura de otros, pero se necesita organizarlos.

1 comentario:

  1. Es un problema de educación, por parte de los que toman el lugra por asalto, no solo el de la foto, sino cualquier barrio que se transite.
    Los principales agresores del paisaje urbano son los negocios de comidas de la zona, los podadores de arboles al paso, los ladrones de vehículos, los talleres clandestinos.
    Isidro Casanova no es ajeno a la problemática del país, mal administrado por todos los cogernantes de turno, los punteros políticos y los proyectos de gremialistas que pululan por la zona.
    Toda esta situación es casi un cuadro perfecto para cada campaña política, que nunca será erradicada, vease como ejemplo el Riachuelo.
    Todo esto es parte de la complicidad de los delegados municipales, que solo hacen posible la limpieza con barredores en las inmediaciones de la plaza ubicada sobre Av. Quesada (no república de Portugal, nadie le dice así) y la falta de voluntad de la empresa Martin y Martín que a cambio de una propina por la tarjetita de fin de año te sigue levantando la bolsa, sino, ahi se queda.

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